AQUELLA CASA

La gente solo ve lo que quiere ver y sólo contemplan de aquella casa la habitación más conservada. Los visitantes aparecen en redor, pero nunca olvidan dar una vuelta por toda la cuadra. Las fachadas luminosas siempre son las predilectas, sus colores nuevos y su apariencia cálida enamoran a cualquiera, los visitantes pagan precios altos por alojarse en las casas nuevas, pero ellos se sienten orgullosos de su posecion efímera.

Le he pasado una mano de pintura a su fachada, pero aún así, ya se empiezan a notar las paredes cuarteadas, producto de tormentas inesperadas que siempre la azotan y de remolinos cargados de pensamientos que poco a poco van destrozando las tuberias y quemando los focos de la azotea, las columnas vinieron quebradas de inicio, y si la costrucción se mantiene en pie, es solo por el libre albedrio de su corazón.

Hay historias que han rondado en torno al interior de aquella casa, lo que ah atraido a uno que otro visitante que siempre contempla con asombro y miedo las habitaciones oscuras y frias, pero al final ellos siempre comprenden que no es atmósfera placentera para vivir y que los días son inciertos, oscuros y desgastantes como para caminar siempre a tientas.

De otro lado los nómades la ven de lejos como un concreto rescatable y no les importa conocer de su linaje, les da lo mismo apoyarse en cualquier edificio del lugar, y van dando saltos entre fachadas gentiles, ellos dejan de ofrenda pequeños ramilletes de flores en el jardin, porque nunca ingresan al interior, y al final su visita se convierte en anecdotas de corta duración.

Llegada a la conclusión, a aquella casa ya no le sirve de nada ni los contadisimos visitantes ni los nomades abundantes, ya no tiene sentido ni valor las intenciones de recostrucción ni los halagos efimeros a su fachada, esto ya no es útil en su reyno, porque poco a poco la casa se convierte en cueva tapiada, simple refugio de sus historias extremas y del misterio inescrutable que aún nadie ah podido desentrañar.